21 meses
Sobre cómo el tiempo pasa y se lleva junto a él, los momentos, las promesas, los recuerdos y el amor.
Se cumplieron los 21 meses de espera. Es increíble: hace 21 meses o 630 días o, más precisamente, 15 120 horas, escribí y entregué una carta convencido de que hoy, 20 de mayo de 2025, estaría viviendo una situación totalmente diferente.
En mi escenario ideal ahora estaría regresando de Nueva York, luego de haber estado presente en la graduación de la persona más importante de mi vida, y haberla aplaudido fervientemente y con orgullo por su sacrificio y entrega durante este tiempo. Tantas lágrimas y frustraciones daban paso a la alegría y al merecimiento de por fin haberlo logrado.
Pero eso pasó, digamos, en un universo paralelo. Porque aquí, donde escribo este texto, no ocurrió nada de eso: mi relación terminó, no me dieron la visa, y por consecuencia, la vida me negó la oportunidad de aplaudir y abrazar a la persona que llegó a mi vida para cambiarla. Digamos que sucedió algo así como una escena La la land, donde el futuro deseado que mi mente proyectaba solo serían destellos fantasiosos que contrastarían con lo que en realidad pasó: no estoy ni en Nueva York ni con ella, sino solo solito y en un día nublado en Lima, Perú.
La promesa que hice no se cumplió. «Esperáme y yo te espero» era el verso de Tan Biónica que me repetía cada vez que sentía que mi relación corría peligro. «Esperémonos» fue la promesa que me hizo sostener la idea de que, tras 21 meses, todo habría valido la pena. Y lo intentamos, sí que dimos lo mejor. Pero no fue suficiente. Al mes 14, es decir, en octubre del año pasado, mi relación se terminó y con ella toda la estructura y los planes que yo había creado en torno a mi futuro y a ella. Aunque, en realidad, valgan verdades, yo la seguiría esperando por unos meses más —pero por respeto a su decisión y a mi dignidad, no precisaré la fecha real.
Hace 21 meses me encerré en un baño para escribir lo que sería mi promesa y compromiso. Un acuerdo que establecería un amor incondicional a la persona con la que, pasado ese tiempo, construiría mi familia. Pero eso no pasó y aunque me dolió muchísimo, logré aceptarlo tras varias reflexiones, sesiones de terapia y días grises.
Como dijiste cuando te fuiste: el tiempo pasará «rápido, bonito y nutritivo». Y así fue. Los 21 meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos; fueron meses hermosos, con intervalos de visitas a Lima y aventuras que siempre recordaré. He aprendido mucho durante el tiempo a tu lado. El dolor que tuve que transitar me ha llevado a cambiar mis ideas, conceptos, y transformar mi modo de relacionarme. Es un camino largo que aún transito, pero que decidí emprender. Y es lo que más agradezco de todo.
Como escribí aquella vez: solo te pido que seas feliz y sigas iluminando al mundo con tu luz y tu energía. «Podemos hacer cosas difíciles» era la frase que repetimos muchas veces. Y lo has logrado: te graduaste y cumpliste ese objetivo que tanto buscaste y en el cual pude acompañarte por gran tiempo. Desde el estrés por la compra de los pasajes y los trámites administrativos con la universidad, hasta la bienvenidas y despedidas que nos dimos en ese aeropuerto que ya no existe, además de los momentos complicados en que pensaste abandonarlo todo y regresar a tu país. Agradezco al universo por haberme puesto en esos momentos y, al menos, poder haberte ayudado de alguna manera a hacer esa experiencia menos complicada.
Estoy orgulloso de lo que has logrado y de lo que sé que lograrás. Desde aquí te aplaudo mucho. Solo le pido a Dios que te siga rodeando de personas maravillosas como tú, que te den paz y sean un hogar como lo fuiste para mí. Duele saber que la promesa no se cumplió, pero esa es la mejor lección que me llevo: nada es seguro en esta vida. Solo vivámosla. En mi memoria quedan los dos meses en Magdalena, los días en Barranco y los atardeceres en Zorritos y Piura: los mejores recuerdo que me llevo y que siempre guardaré en mi corazón. Nunca había vivido una experiencia así y el universo solo me dio una pizca para saber que puedo volver a vivirla y que puedo volver a amar, como diría Bryce en el libro que tú buscaste la noche que te hablé de él.
Estos veintiún meses que ya no están serán recordados como una etapa determinante, pero, que, en el universo de nuestra vida, será solo un momento en que nuestro Estimated Time of Arrival (ETA) coincidió, para dar paso a cientos de meses que nos quedan por vivir y que llenaremos de momentos y cosas maravillosas que sé que viviremos tanto tú como yo. Lo compartido y lo mágico que fue la coincidencia de existir en un mismo espacio y tiempo será un regalo que recordaré siempre.
Despido este texto con gratitud y un fuerte abrazo que traspasa universos, límites geográficos, promesas y 21 meses, porque, al final, siempre nos quedará el amor que juntos vivimos. Ahora solo queda honrarlo.
Con amor,
Jordani